Instituto Universitario de Investigación Ortega-Marañón – Universidad Complutense de Madrid ●
En el vasto universo del cine, la creación de una obra visual y estéticamente significativa depende en gran medida de la colaboración entre un talentoso director y un hábil encargado de la fotografía. La actividad magistral del primero proporciona la visión y el impulso creativo, mientras que la habilidad del posterior permite capturar la esencia de esa mirada. Semejante simbiosis se ha convertido en un pilar fundamental para la producción cinematográfica, pues la conjunción de una perspectiva clara y una sensibilidad estética refinada puede dar lugar a materiales que perduren en la memoria colectiva y redefinan los estándares del arte.
En este contexto, la colaboración entre dos maestros del cine contemporáneo, Alejandro – «el Negro» – González Iñárritu y Emmanuel – «el Chivo» – Lubezki, ha generado un impacto notable en la industria contemporánea del séptimo arte. Ambos provenientes de México y conocidos desde la juventud, han demostrado una habilidad excepcional para llevar a cabo proyectos que no sólo cautivan al público, sino que también desafían las convenciones establecidas y exploran nuevas fronteras estéticas.
El primer proyecto, y uno de los más destacados de este equipo, fue la película inspirada en el autor Raymond Carver: Birdman o (la inesperada virtud de la ignorancia) (2014). Dirigida por Iñárritu – alejándose de un estilo trágico y convulso presente en 21 gramos (2003), Babel (2006) y Biutiful (2010) – y fotografiada por Lubezki, esta obra maestra se caracteriza por su innovadora técnica de filmación. La película simula un único plano secuencia y sumerge al espectador en la mente de un actor en crisis – interpretado magistralmente por Michael Keaton. La pericia técnica de Lubezki en la manipulación de la iluminación natural y su capacidad para crear una atmósfera tensa y claustrofóbica son elementos clave que contribuyen al impacto visual y emocional de la película, misma que González Iñárritu buscó fuese personal y redentora. Tal y como menciona Sofía Sánchez Marín: «[la película] parece oscilar entre la pesadilla y la alienación, o tal vez entre el anhelo y la resignación». (Sánchez Marín, 2016)
El renacido (2015) se trata de otro gran logro a destacar y producto de esta colaboración de grandes. Dicha epopeya de supervivencia fue dirigida por Iñárritu, filmada por Lubezki y protagonizada por Leonardo DiCaprio, ambientándose en los paisajes salvajes de América del Norte en el siglo XIX y combinando una narrativa visceral con una impresionante cinematografía. Lubezki logró capturar la belleza desgarradora de la naturaleza y la brutalidad de la vida con una maestría técnica sin igual, utilizando exclusivamente luz natural para crear una sensación de autenticidad y realismo crudo.
La brillantez de este dúo se manifiesta en su excepcional manejo de la luz y las decisiones de cinematografía; han sido elementos que han jugado un papel crucial en la creación de la atmósfera única de sus películas, demostrando la complementariedad de ambos lenguajes: fotografía y cine. Juntos, dichos especialistas demuestran una maestría en el uso de las herramientas en todo tipo de escenario, realzando con ello la emotividad de las escenas y sumergiendo al espectador en los paisajes y ambientes que retratan. Desde la sutileza de los reflejos, los encuadres over-the-shoulder y primer plano, hasta la intensidad del ángulo contrapicado que magnifica la escenografía o la luz roja en las escenas de tensión, cada detalle es cuidadosamente planeado y ejecutado para transmitir la profundidad emocional de la narrativa. Además, su creatividad se refleja en la variedad de técnicas cinematográficas utilizadas, como el juego de espejos para ocultar la desnudez, las transiciones fluidas entre escenas y los efectos visuales innovadores y significativos – ¡hasta la presencia del vaho en una escena fría y de estrés!
Así como menciona Rocío Luque en su análisis sobre la importancia de la fotografía en el cine: «las mejores películas […] suelen plantear reflexiones donde se ponen de manifiesto distintos aspectos, como la mirada, el punto de vista, la captación de lo prohibido o incluso el propio discurso del film». (Luque, 2007). Dicho lo cual, resulta evidente la capacidad de las dos figuras mencionadas para utilizar la fotografía como un elemento narrativo fundamental que no sólo complementa la historia, sino que también profundiza en la comprensión de los personajes y sus emociones – elevando así el impacto de sus películas.
Los materiales dirigidos por uno y capturados por la lente magistral del otro están impregnados de tramas profundas y complejas que exploran la condición humana en toda su complejidad. Desde los secretos del mundo del teatro en Birdman, hasta la desgarradora odisea de supervivencia en El renacido, estas historias se destacan por su capacidad para sumergir al espectador en los dilemas existenciales y emocionales de los personajes. Como señala Mario Pezzella: «puede ser que, por primera vez, gracias al cine la historia y el pasado se transformen radical e íntegramente en espectáculo. Lo cual, aumenta la artificialidad de la historia, un hecho anotado por Nietzsche, para quien grandes partes del pasado se olvidan, se ignoran y desaparecen». (Pezzella, p. 13).
Además de su trabajo en largometrajes, González Iñárritu y Lubezki han incursionado en el mundo de la realidad virtual con la instalación Carne y arena (2017). Esta experiencia inmersiva, que integra arte visual y narrativa, adentra al espectador en un viaje emocional y sensorial a través de la experiencia de los migrantes que cruzan la frontera entre México y Estados Unidos. A través de la combinación de imágenes impactantes, sonidos envolventes y una narrativa poderosa, la exposición ofrece una experiencia visceral que desafía las percepciones del espectador y lo invita a reflexionar sobre temas universales como la migración, la identidad y la humanidad. No sólo se trata de un hito en la carrera de estas dos figuras, sino que también subraya su compromiso por utilizar el arte cinematográfico como herramienta para el cambio social y la conciencia global.
La contribución de Iñárritu y Lubezki al cine contemporáneo va más allá de sus habilidades técnicas; también representan un ejemplo inspirador del talento y la creatividad que proviene de México. Sumado a ello, cabe destacar el uso que los dos dan a las películas como medio de crítica de las desigualdades más profundas presentes en la sociedad contemporánea. «Entre las funciones sociales del cine, la más importante es la de introducir un equilibrio entre el hombre y el aparato técnico». (Pezzella, p. 9)
En un momento en que la diversidad en el cine es cada vez más valorada y celebrada, la presencia de cineastas mexicanos en la escena internacional ha cobrado una relevancia especial. El reconocimiento y los premios obtenidos por ambos en importantes ceremonias – como los Premios de la Academia, los Globos de Oro o los BAFTA – son un testimonio de su impacto duradero en la industria cinematográfica global.
Esta mágica colaboración ha trascendido las fronteras de lo convencional para convertirse en un faro de excelencia y creatividad. Su capacidad para fusionarse ha elevado el cine a nuevas alturas y ha inspirado a generaciones de cineastas en todo el mundo. Más que simples creadores de películas, González Iñárritu y Lubezki son narradores de historias, visionarios que utilizan las imágenes para explorar las complejidades del alma humana y desafiantes de las reglas establecidas. A medida que continúen explorando nuevos horizontes, su legado perdurará como un testimonio eterno de la creatividad y el ingenio mexicano en el escenario global del cine. Su obra es un recordatorio de que, en el mundo del cine, las fronteras son meramente líneas imaginarias; el verdadero talento no conoce límites ni barreras. ✦
Mexican Maestros of Cinema: The Legacy of González Iñárritu & Lubezki
Instituto Universitario de Investigación Ortega-Marañón – Universidad Complutense de Madrid ●
In the vast universe of cinema, creating a visual and aesthetically significant piece depends, mostly, on the collaboration between a talented director and a savvy in photography. The masterly activity of the first bestows the vision and creative impulse, while the ability of the latter allows the possibility of capturing the essence of that very sight. Such symbiosis has become a fundamental column for cinematographic productions, since the conjunction of a clear perspective and an aesthetic and refined sensibility can produce materials that last in the collective memory and redefine the art standards.
In this context, the collaboration between two masters of contemporary cinema, Alejandro «el Negro» González Iñárritu and Emmanuel «el Chivo» Lubezki, has had a notable impact on the contemporary film industry. Both from Mexico and known each other since their youth, they have demonstrated an exceptional ability to carry out projects that not only captivate audiences, but also challenge established conventions and explore new aesthetic frontiers.
The team’s first and most notable project was the Raymond Carver-inspired film Birdman, or (The Unexpected Virtue of Ignorance) (2014). Directed by Iñárritu – moving away from the tragic and turbulent style present in 21 Grams (2003), Babel (2006) and Biutiful (2010) – and photographed by Lubezki, this masterpiece is characterized by its innovative filming technique. The film simulates a single sequence shot and immerses the viewer in the mind of an actor in crisis – masterfully played by Michael Keaton. Lubezki’s technical expertise in manipulating natural lighting and his ability to create a tense and claustrophobic atmosphere are key elements that contribute to the visual and emotional impact of the film, which González Iñárritu sought to be personal and redemptive. As Sofía Sánchez Marín mentions: «[the film] seems to oscillate between nightmare and alienation, or perhaps between longing and resignation». (Sánchez Marín, 2016)
The Revenant (2015) is another great achievement to highlight and the product of this collaboration of giants. This survival epic was directed by Iñárritu, filmed by Lubezki and starred by Leonardo DiCaprio, set in the wild landscapes of 19th century North America and combining visceral storytelling with stunning cinematography. Lubezki managed to capture the heartbreaking beauty of nature and the brutality of life with unparalleled technical mastery, using only natural light to create a sense of authenticity and raw realism.
The brilliance of this duo is evident in their exceptional handling of light and cinematography choices; these have played a crucial role in creating the unique atmosphere of their films, demonstrating the complementarity of both languages: photography and cinema. Together, these specialists demonstrate a mastery in the use of tools in all types of settings, thereby enhancing the emotionality of the scenes and immersing the viewer in the landscapes and environments they portray. From the subtlety of reflections, over-the-shoulder framing and close-ups, to the intensity of the low angle that magnifies the scenery or the red light in the tense scenes, every detail is carefully planned and executed to convey the emotional depth of the narrative.
Furthermore, their creativity is reflected in the variety of cinematographic techniques used, such as the play of mirrors to hide nudity, the fluid transitions between scenes and the innovative and significant visual effects – even the presence of fog in a cold and stressful scene!
As Rocío Luque mentions in her analysis of the importance of photography in cinema: “the best films […] tend to raise reflections that reveal different aspects, such as the gaze, the point of view, the capture of the forbidden or even the film’s own discourse.” (Luque, 2007). That said, the ability of the two figures mentioned to use photography as a fundamental narrative element that not only complements the story, but also deepens the understanding of the characters and their emotions – thus elevating the impact of their films – is evident.
The materials directed by one and captured by the masterful lens of the other are imbued with deep and complex plots that explore the human condition in all its complexity. From the secrets of the theater world in Birdman, to the harrowing odyssey of survival in The Revenant, these stories stand out for their ability to immerse the viewer in the existential and emotional dilemmas of the characters. As Mario Pezzella points out: “It may be that, for the first time, thanks to cinema, history and the past are radically and entirely transformed into spectacle. Which increases the artificiality of history, a fact noted by Nietzsche, for whom large parts of the past are forgotten, ignored and disappear.” (Pezzella, p. 13).
In addition to their work in feature films, González Iñárritu and Lubezki have ventured into the world of virtual reality with the installation Flesh and Sand (2017). This immersive experience, which integrates visual art and narrative, takes the viewer on an emotional and sensorial journey through the experience of migrants crossing the border between Mexico and the United States. Through the combination of striking images, immersive sounds and a powerful narrative, the exhibition offers a visceral experience that challenges the viewer’s perceptions and invites them to reflect on universal themes such as migration, identity and humanity. Not only is this a milestone in the careers of these two figures, but it also underlines their commitment to using cinematic art as a tool for social change and global awareness.
Iñárritu and Lubezki’s contribution to contemporary cinema goes beyond their technical skills; they also represent an inspiring example of the talent and creativity that comes from Mexico. In addition, it is worth highlighting the use that the two give to films as a means of critiquing the deepest inequalities present in contemporary society. “Among the social functions of cinema, the most important is to introduce a balance between man and the technical apparatus.” (Pezzella, p. 9)
At a time when diversity in cinema is increasingly valued and celebrated, the presence of Mexican filmmakers on the international scene has taken on special relevance. The recognition and awards won by both at major ceremonies – such as the Academy Awards, the Golden Globes or the BAFTAs – are a testament to their lasting impact on the global film industry.
This magical collaboration has transcended the boundaries of convention to become a beacon of excellence and creativity. Their ability to merge has elevated cinema to new heights and inspired generations of filmmakers around the world. More than just film makers, González Iñárritu and Lubezki are storytellers, visionaries who use images to explore the complexities of the human soul and challengers of established rules. As they continue to explore new horizons, their legacy will endure as an eternal testament to Mexican creativity and ingenuity on the global cinema stage. His work is a reminder that in the world of cinema, borders are merely imaginary lines; true talent knows no boundaries or barriers. ✦
Referencias / References
GÓMEZ ISLA, J. (2019). Narrativas de ida y vuelta: apropiaciones, influencias y
contaminaciones mutuas entre pintura, fotografía y cine. Salamanca: Universidad de
Salamanca.
GONZÁLEZ IÑÁRRITU, A. (Director). (2014). Birdman o (la inesperada virtud de la ignorancia) [Película]. Regency Enterprises.
GONZÁLEZ IÑÁRRITU, A. (Director). (2015). El renacido [Película]. Regency Enterprises.
LUQUE, R. (2007). Distintos usos de la fotografía en el cine. Universidad de Málaga.
[http://www.publicacions.ub.edu/bibliotecaDigital/cinema/filmhistoria/2007/dos/fo
tografia.html]
PAREJO, N. (2012). La expresión de lo fotográfico en el cine. Málaga: Universidad de Málaga
PEZZELLA, M. (1996). Estética del cine. Madrid: Machado Libros.
SÁNCHEZ MARÍN, S. (2016). Qué hace tan famosa a la dupla de Iñárritu y Lubezki. Time Out. [https://www.timeoutmexico.mx/ciudad-de-mexico/cine/alejandro-gonzalez-
inyarritu-y-emmanuel-lubezki-rumbo-al-oscar]
El dossier de Lourdes 
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